viernes, 3 de mayo de 2013

Desafío 4

Desafío 4: "YO NO SIRVO PARA LA ESCUELA"

Quizá te vaya mal en la escuela, o pienses que no tienes madera de estudiante. Levanta la frente, compañero. ¿Sabías que algunas de las mentes más brillantes llegaron a sentirse así?

Albert Einstein, considerado el pensador más influyente del siglo XX, empezó a hablar a los cuatro años y a leer a los siete. Sus padres creían que tenía retraso mental. Tartamudeó hasta los nueve años. Un maestro le aconsejó dejar la primaria: "Nunca llegarás a ser alguien, Einstein".

Isaac Newton, el inventor de la física moderna, era bastante malo para las matemáticas.

Patricia Polacco, prolífica escritora e ilustradora de libros infantiles, aprendió a leer a los 14 años.

Henry Ford, creador del famoso auto modelo T y fundador de Ford Motor Company, a duras penas terminó la preparatoria.

Lucille Ball, famosa comediante y estrella de la serie Te quiero, Lucy, fue expulsada una vez de la escuela de teatro por ser demasiado tímida y callada.

Pablo Picasso, uno de los más grandes pintores de todos los tiempos, fue sacado de la escuela a los 10 años por su pésimo desempeño. Un tutor contratado por el padre de Pablo se dio por vencido.

Ludwig van Beethoven fue uno de los compositores más grandes de la historia. Una vez, su maestro de música dijo de él: "No tiene ninguna esperanza como compositor".

Wernher von Braun, matemático mundialmente reconocido, salió reprobado en álgebra en tercero de secundaria.

Agatha Christie, la escritora de novelas de misterio más famosa del mundo y la más vendida de la historia en cualquier género con excepción de Shakespeare, tuvo dificultad para aprender a leer debido a la dislexia.

Winston Churchill, el famoso primer ministro británico, reprobó en sexto año.

A pesar de sus dificultades en la escuela, estas personas triunfaron en la vida y tú también puedes hacerlo. Que la escuela no se te facilite no significa que no seas listo. Hay muchos tipos de inteligencia, y la escuela se basa principalmente en uno de ellos, llamado CI (cociente intelectual), o inteligencia mental. El CI es nuestra capacidad de análisis, raciocinio, pensamiento abstracto y uso del lenguaje.

Pero hay otros tipos de inteligencia que son igualmente importantes; por ejemplo, la IE o inteligencia emocional. Las personas con alta IE tienen  mucha intuición, saben interpretar circunstancias sociales y tienen la virtud de llevarse bien con los demás. La escuela no mide esta inteligencia. También está la IEs, o inteligencia espiritual, que representa nuestro anhelo y capacidad de visión, valores y sentido. Nos permite soñar. La escuela tampoco la mide. Por último, está la IF, o inteligencia física. Tu cuerpo es listo por naturaleza. No tienes que recordarle al corazón que lata ni a los pulmones que se expandan. La inteligencia física también es la capacidad de aprender por medios sensoriales, como las sensaciones físicas y el tacto.

Quizá un amigo tuyo tenga más CI y tú más IE. Ninguno es mejor, sólo son distintos. Agradece tus cualidades particulares y no permitas que nadie te haga creer que no tienes alguna. Y si llegan a burlarse de ti, recuerda lo que dijo Albert Einstein, de quien también se burlaban: "Los grandes espíritus siempre se enfrentarán a la oposición violenta de las mentes mediocres".

¿Y si tengo un trastorno del aprendizaje?
Tal vez te hayan dicho que tienes una discapacidad para aprender, como TDAH (trastorno por déficit de atención o hiperactividad), TDA (trastorno por déficit de atención), dislexia o incapacidad para concentrarte. Si es así, aquí te doy un par de consejos: primero, consulta a un profesional para cerciorarte de que tienes un trastorno y, en ese caso, pregúntale qué te conviene hacer. A algunos chicos les sirve tomar medicamentos. Otros utilizan tratamientos alternativos, como dieta, psicoterapia, control del estrés, ejercicio, herbolaria o una combinación de muchas cosas. Otros más quizá no tengan ningún trastorno y sólo crean que lo tienen.

Segundo, ¡no pienses que tienes una discapacidad! Eres perfectamente capaz de triunfar en la escuela y en la vida sin importar lo que te hayan diagnosticado. Te sorprendería saber que hay miles de empresarios, abogados, médicos, maestros, músicos y actores exitosos a quienes les han diagnosticado dislexia, TDA u otro trastorno del aprendizaje.

Si te cuesta trabajo aprender, piensa que es un punto débil que debes esforzarte en superar... así como una persona sin coordinación tiene que superar esa debilidad para ser un buen futbolista. Es cierto que tendrás que trabajar un poco más que otros, ¡pero puedes convertir el punto débil en cualidad!

Gregorio Fox nos cuenta su experiencia:
Una maestra a la que nunca había visto me tocó el hombro y me pidió que la siguiera hasta un salón pequeño. Me preguntó sobre mi vida y anotó cuanto le dije. Al otro día nos reunimos en el mismo salón y me puso a hacer unas pruebas, lo que se volvió costumbre una vez a la semana durante todo el año escolar y toda la preparatoria. Algunos compañeros también hacían las pruebas. No lo sabíamos entonces, pero el sistema escolar nos había catalogado como discapacitados para el aprendizaje.
Com ome consideraban discapacitado, los maestros me trataban como tal: me daban las respuestas a los problemas de matemáticas, me ayudaban a terminar las tareas y me dejaban hacer los exámenes sin límite de tiempo. Esperaban poco de mí, y obtenían poco. Cuando llegué a la preparatoria me había acostumbrado al trato especial, y por primera vez usé mi discapacidad como pretexto para librarme de las tareas. Me subestimaba.
Durante el último año me pusieron en una clase con otros adolescentes discapacitados, con un maestro nuevo, el señor Weisberg, un hombre de mediana edad que había dejado su carrera de abogado para ayudar a jóvenes como yo a darse cuenta de su verdadero potencial. Y logró lo que se había propuesto. No aceptaba ninguno de mis pretextos. Por primera vez en mi vida tuve que responsabilizarme de mi instrucciión y dejar de dar excusas.
Como un adicto en rehabilitación, extrañaba la muleta que me había sostenido durante tantos años. Fue difícil, pero poco a poco el señor Weisberg me hizo volver a creer que era una persona con un potencial ilimitado. Al principio lo odié por no dejarme holgazanear, pero juntos rompimos las barreras invisibles del encasillamiento.
Terminé la preparatoria y ahora saco las mejores calificaciones en los cursos de licenciatura en letras inglesas. Sin embargo, independientemente del título y el promedio general, aprendí a creer en mí y a responsabilizarme de mi futuro. Sólo lamento los años en que me dejé encasillar por lo que otros pensaban de mi.
La verdad es que actuamos en gran medida conforme a lo que los demás y "nosotros" pensamos de nuestra persona. Si te cuesta trabajo aprender, persevera y no te subestimes. Lucha contr las etiquetas que quizá otros quieran ponerte y, por lo que más quieras, nunca te encasilles. Las etiquetas  son miopes y no tienen en cuenta el talento con el que cada uno nace, como lo dijo el poeta persa Hafiz de Shiraz.


Recuerdo cuando conocí a una joven vivaracha llamada Amelia. Acababa de obtener su título en tecnología automovilística en la Universidad Estatal Weber y era la única mujer que se había graduado en esa especialidad. Le había ido tan bien que varias empresas importantes, entre ellas Harley-Davidson, le ofrecieron empleo.
Amelia tuvo toda clase de desventajas durante su infancia en Provo, Utah. Era hija de una madre soltera con cuatro hijos, que tenía varios empleos para mantenerlos.
"Mi mamá me dejó claro que no podía pagarme la universidad y me metió en la cabeza que una beca universitaria era mi boleto para una vida mejor".
Sin embargo, a Amelia no le fue bien en la primaria. Le costaba mucho trabajo leer. No fue sino hasta la preparatoria cuando supo lo que le ocurría.
"Una vez estaba leyendo en voz alta y me equivocaba constantemente. Mi mamá me preguntó por qué y le contesté: 'Es sin querer. Tengo que leer dos o tres veces cada palabra para decirla bien'. Entonces mi mamá se dio cuenta. Tras años de batallar en la escuela y preguntarme por qué detestaba leer, por fin me diagnosticaron dislexia grave. No entendía por qué me costaba tnato aprender, y ni mi mamá ni mis maestros sabían que padecía dislexia."
Por cierto, la dislexia consiste en que las letras que estás leyendo se te revulven. Duranteaños se creyó que los dislexicos eran tontos, hasta que Margaret Rawson descubrió el trastorno y allanó el camino para millones de chicos que no sabían lo que les pasaba. Así es como una persona con dislexia podría ver una oración.


Por suerte, durante la preparatoria y la universidad Amelia tuvo algunos amigos verdaderos que la ayudaron a superar la dislexia.

En la universidad tuve la suerte de contar con una compañera de dormitorio excepcional, Abby. Me costaba mucho leer aun mi propia letra. A veces le dictaba mis trabajos a ella para que me los mecanografiara. Se pasaba horas trabajando conmigo. No había podido graduarme sin ella. Muchas veces, cuando me angustiaba por la tarea, mi dislexia empeoraba. En los cursos superiores había que leer cinco o seis libros por clase y Abby me los leía todos. Terminaba su tarea y luego me leía la mía hasta las dos de la mañana.
Aunque la madre de Amelia siempre quiso que fuera abogada, no podía estar más orgullosa cuando se recibió de mecánica. Con trabajo duro y personas cariñosas, tu también puedes superar graves desafíos educativos, igual que Amelia.

Checa este link para que veas una película, basada en hechos reales, en un personaje real que no era bueno en la escuela pero que llegó a ser ingeniero de la NASA... como?? pues mirala!
http://pelisgg.com/pelicula/cielo-de-octubre.html